Lic. Fidel Hilario Huamaní (Periodista)
En los últimos meses, el recordado e histórico Tren Macho fue objeto de preocupaciones y discursos encendidos en su defensa. Es más, desde su penosa y silenciosa ausencia, todos han echado “lengua” para que el Macho siga con su “chaca chaca”; amén de aventureros políticos, empresarios electorales y autoridades improvisadas. Del Macho se habló de todo: desde sus erectas columnas de humo que regalaba a las pastoras hasta sus alaridos de placer al entrar en las cuencas abiertas del Ichu y el Mantaro. Se habló de sus bendiciones para las cuitas sobre rieles y de sus encantos chirriantes en cada estación, en fin, se habló de sus proezas y de sus fortalezas de Macho que penetró una y mil veces las oquedades complacientes de Huancayo y Huancavelica.
Pasaron los días y el Macho sigue lastimado en su hombría sin poder cabalgar nuevamente en el lomo de las rieles. Y desde el ejecutivo las voces privatistas también salieron con su tufillo de viagra para reanimar al Macho; que por supuesto, los oriundos impotentes de Huancavelica y Huancayo se resistieron a creer en las pócimas milagrosas que Pro Inversión y el MTC traían para solucionar la virilidad del Macho. Pasaron los días y el Macho, ay, sigue penando.
Como el Tren Macho, ícono de la opulencia y la virilidad, no podía quedar sólo en memoria y olvido, nuevamente, las voces gangosas de la politiquería regional empezaron a crear fórmulas para reanimar al lacerado Macho a través de Mancomunidades y Mesas Técnicas, pero el Macho, ay, sigue muriendo.
Mientras el silencio sepulcral se apodera de las estaciones del tren, el pueblo no quiere ver menoscabado la virilidad de su Macho y exige a las autoridades les permitan andar al pobre macho.
Han pasado inviernos y otoños cobijando únicamente las promesas y las discusiones bizantinas sobre el tren y el Macho continúa lacerado en su hombría procurando arrancar de una vez por todas la correcta decisión de sus encopetados viajeros gubernamentales.
Habría que obrar con la misma filosofía que predicó el Macho a lo largo de sus años de letanía: Integrar (pueblos). En síntesis, para no convertirnos en ridículos “hortelanos del Macho”, deberíamos integrarnos y concertar a nivel de pueblo y autoridades para permitirle al Macho su legítimo derecho de bramar y montar incontenible su hombría sobre las rieles de nuestro desarrollo. Basta ya de mezquindades y poses de “hortelanos” que nada bien le hacen al progreso de la región. Pero, sobre las emociones y pasiones que genera el Macho, se debe optar irremediablemente por la mejor opción técnica. El Macho no quiere falsos amores de oscuros fariseos que ahora quieren ser sus samaritanos; el Macho, necesita hoy más que nunca, que el ejercicio legal y técnico de la política le inyecte los millones que necesita para regar su simiente en los valles del Mantaro y el Ichu.
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