"Competencia"
es una palabra problemática y retadora. Es problemática, porque su origen no es
único, sino múltiple, y porque llegó al lenguaje educativo proveniente del
mundo del trabajo. Cuando uno indaga por la etimología de este término, encuentra
los verbos competer y competir. Del primero proviene competente y, del
segundo, competitivo. Y el sustantivo competencia es común a
ambos verbos. Además, es retadora, porque nos exige delimitar y establecer
referentes para llegar a una definición lo más satisfactoria posible en el
contexto de la educación escolar.
Competencia: un
concepto polisémico y variante
Cuando se recurre al
diccionario, aparecen seis acepciones[1] de competencia:
significa autoridad (como en "ese lago es competencia de los
alcaldes A y B?), capacitación ("cuando habla en inglés, muestra la
competencia que ha adquirido después de estudiar un año"), incumbencia
(?ese problema es de la competencia de un(a) juez penal"), cualificación
("contrataremos profesoras que tengan una adecuada competencia
docente"), suficiencia ("Jorge ha certificado su competencia
profesional para ser nombrado director de ese plantel") y competición
("nuestro equipo ganó en la competencia ciclística").
El concepto de
competencia surge del planteamiento de Chomsky, que abarca dos elementos
diferentes: la competencia, que es una capacidad idealizada (mental o
psicológica), y la actuación (performance o desempeño), que es la
producción real de enunciados. La competencia es el conjunto de reglas
subyacentes a las infinitas oraciones de una lengua, y por ello es diferente de
la actuación, que produce oraciones específicas y es una conducta lingüística
observable.
Caracterización de la
competencia
La caracterización de la competencia reclama,
de alguna manera, una definición de la misma. Podemos decir, entonces, que:
Competencia es un conjunto de potencialidades que posibilita un desempeño exitoso, que
se materializa al responder a una demanda compleja que implica resolver un(os)
problema(s) en un contexto particular, pertinente y no rutinario.
O, también, que una
persona tiene una determinada competencia cuando muestra desempeños -de
adecuados a notables-, en un campo específico de la acción humana, en el
desarrollo de tareas concretas y relevantes, en las cuales proporciona
respuestas o soluciones variadas y pertinentes, con recursos propios y
externos, que vistos desde criterios objetivos y válidos permiten concluir la
existencia de una determinada competencia.
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