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Comprensión
literal: localizar información (es decir, cuando leemos para identificar y
recuperar información específica. Por ejemplo, todos hemos buscado en una guía
telefónica, o buscamos los ingredientes de una receta, o intentamos dar respuesta
a una pregunta determinada. Este modo de lectura selectiva precisa el uso de
estrategias de búsqueda activa; pretende, más que la comprensión global, la localización
de un cierto tipo de información puntual que se encuentra en el texto).
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Comprensión
global: ideas principales (se caracteriza por abarcar el texto en su totalidad.
En este tipo de lectura los detalles se pierden en el conjunto. El lector lee con
una finalidad concreta: hacerse una idea general de lo que se dice en el texto.
El sujeto cuando se enfrenta al texto quiere obtener una visión esencial de su
contenido).
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Interpretación
y reelaboración del texto (es decir, buscamos una relación coherente a las
distintas partes del texto, para llegar a un sentido único. Este proceso implica
realizar inducciones, deducciones e inferencias, ya que la intención del autor no
tiene por qué estar explícita en el texto. Éste es un tipo de lectura muy
apropiado para conseguir una comprensión profunda del texto).
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Reflexión
sobre el contenido del texto (en una lectura reflexiva el lector piensa sobre
el contenido del texto para interpretar mejor su realidad. El lector debe comprender
en profundidad el texto para confrontarlo con sus puntos de vista y sus esquemas.
De esta forma puede valorar lo leído de una forma personal y crítica, enriqueciendo
así nuestros esquemas).
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Reflexión
sobre la forma del texto (Este modo de lectura adopta un enfoque basado en los
aspectos formales del texto. El lector debe analizar ciertas características,
como por ejemplo el estilo en el que está escrito el texto, identificar el sujeto
de un verbo, buscar explicación a un entrecomillado, etc.).
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